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sábado, 13 de noviembre de 2010

¿Recuperación vs degradación social en EE UU? El costo social de la crisis

Dra.Hilda Puerta Dorgiguez

Universidad de La Habana

 

Cuando se hace referencia a la situación de la economía mundial en la actualidad no puede dejar de mencionarse la crisis que con carácter global y multidimensional afecta al planeta.

 

Si bien la faceta económica de la crisis es la que más atención ha recibido, por razones obvias, llegándose al punto de implementar medidas dirigidas a rescatar precisamente a aquellos que con su conducta irresponsable habían contribuido a generar tan complejo escenario, bajo el principio de que constituía la única vía adecuada para enfrentarlo, los efectos sociales que de manera casi inmediata iban a producirse, apenas fueron tenidos en cuenta.

 

De esta forma, se apoyó de manera casi indiscriminada a los principales bancos e instituciones crediticias con dinero procedente del presupuesto estatal y por tanto, del bolsillo de los contribuyentes, sin que el mismo continuara circulando correspondientemente a modo de nuevos créditos con destino a aquellos que más lo requerían para hacer frente a las obligaciones acumuladas.

 

Baste señalar que los embargos de viviendas, que han afectado sobre todo a las capas más pobres de la clase media baja y a los inmigrantes, han llegado a romper record históricos, como por ejemplo, en el mes de julio del presente año cuando los bancos llegaron a confiscar 92,858 viviendas por falta de pago, calculándose que para el año 2010 la cifra pueda sobrepasar el millón, lo que ofrece una clara idea de la gravedad de la situación y de sus perspectivas, en tanto se estima que 1 de cada 397 casas del país está amenazada por este riesgo. (1)

 

Ello ofrece una clara idea del inmenso costo social de la crisis, cuya magnitud trasciende con creces su arista económica no sólo desde el punto de vista cuantitativo, sino también cualitativo y temporal.

 

Otro elemento sumamente elocuente puede constatarse en las cifras de desempleo que han continuado aumentando hasta alcanzar un 10% de la población económicamente activa, (2) -resultando los más afectados aquellos en edades entre 45 y 64 años y los inmigrantes- con la particularidad de que no se aprecian tendencias claras hacia la creación de nuevos puestos en las magnitudes necesarias, mientras que la ayuda que al respecto ha brindado el gobierno (3), ha tenido resultados muy limitados. Datos más ilustrativos reflejan cómo 1 de cada 20 empleos existentes antes de la crisis, ha dejado de existir, mientras que 1 de cada seis ciudadanos norteamericanos se encuentra desempleado o subempleado.

 

Muchas de las personas que padecen este flagelo han agotado sus ahorros, mientras que a una a buena parte se les está venciendo el plazo para obtener el seguro del desempleo de aproximadamente dos años (4), por lo que no sólo han transitado desde su pertenencia a la clase media hasta la pobre, sino que pueden pasar a engrosar el número de personas que vive por debajo del umbral de pobreza, con las todas las afectaciones que ello entraña.

 

En general, se estima que se requiere de la creación de 100,000 nuevos puestos de trabajo mensuales sólo para absorber a los que ingresan al mercado laboral, lo que explica que aún en el caso de que se logre una recuperación vigorosa, los niveles de empleo no se podrán rescatar en varios años, lo que explica que el gobierno trate de reducir en lo posible su responsabilidad al respecto, promoviendo los negocios familiares y las pequeñas empresas.

 

En tales circunstancias, muchas personas dependen únicamente del sistema de bonos de ayuda para su alimentación, calculándose que aproximadamente seis millones de estadounidenses viven sólo de los 100 o 200 dólares mensuales que reciben por este concepto, mientras que en muchos casos les es imposible acceder a los medicamentos que requieren por sus condiciones de salud. En total, de una u otra forma, 36 millones de norteamericanos utilizan en la actualidad este sistema, al ser acreedores del mismo en la medida que perciben ingresos de hasta 130% respecto al umbral de pobreza definido por el gobierno.(5) En general, se han disparado los reclamos de apoyo gubernamental, incluso en el caso de personas que nunca habían tenido que acudir a estos mecanismos (6).

 

Por otra parte, la crisis ha favorecido un incremento todavía mayor de la brecha entre ricos y pobres. Así, mientras crece el desempleo y la pobreza, muchas de las grandes empresas y de la población de los estratos sociales más altos, han logrado aumentar sus ganancias desde 1,50 miles de millones de dólares en el cuarto trimestre del 2007 a 1,59 en los primeros tres meses del presente año 2010. Al mismo tiempo, las bonificaciones recibidas por los principales agentes de Wall Street se han incrementado como promedio en un 17% en el último período, dando una clara idea de hasta que punto llega la diferenciación social, lo que se evidencia también si se tiene en cuenta, por ejemplo, cómo el 66% del incremento de ingresos que se produjo en el país entre el año 2001 y 2007 se concentró solamente en el 1% de la población.

 

Por otra parte, en la medida en que la crisis se ha tornado en una crisis de endeudamiento, estimulada por los enormes costos derivados de los diversos programas de rescate y de apoyo, "evitando males mayores", no sólo puede destinarse cada vez menos a mejorar las condiciones de vida de la población, sino que resulta necesario al menos –como ha ocurrido- "congelar" gastos en rubros tales como el apoyo a veteranos, el seguro social y el servicio de "medicare" dirigido a los ancianos y discapacitados.

 

Además del enorme costo social que este complejo escenario está provocando y de la desesperación en que se ven sumidas miles de familias, se ha generado una situación muy peligrosa como resultado de que cada día los trabajadores reclaman menos a sus patronos y aceptan condiciones peores, ante el temor de perder sus empleos, conociendo la cantidad de personas que se encuentran en espera de realizar los mismos trabajos por remuneraciones inferiores, explicándose así la precariedad laboral existente y la desventajosa posición de los trabajadores ante sus patrones, lo que ha afectado enormemente el movimiento sindical y reivindicativo.

 

Más allá de la posibilidad de salida de la crisis en el terreno económico y de las frágiles características que tendrá esta recuperación en caso de producirse, lo más grave, sin dudas, son las secuelas sociales de la misma, cuya solución potencial es mucho más difícil y lenta, cuando al mismo tiempo, no deviene –más allá del discurso- en objetivo prioritario de la política gubernamental. Lo más grave es que en todo caso se produciría una recuperación estadística acompañada de una recesión humana.

 

(1)Las personas sin techo ascienden a aproximadamente 1,6 millones, cantidad que en el caso de las zonas rurales se ha disparado en el último año de 23 a 32%

(2)La cantidad de desempleados en realidad es superior pues este dato sólo registra a aquellos que acuden a solicitar empleo.

(3)En el mes de febrero del presente año se aprobaron fondos para estos fines ascendentes a 100 000 millones de dólares.

(4)Se calcula que a mediados del presente año han perdido esta fuente de ingreso aproximadamente 2,7 millones de desempleados, quienes no encuentran otros trabajos.

(5)Quizás otras cifras resulten más elocuentes: 1 de cada 8 adultos y 1 de cada 4 niños, así como el 90% de los afroamericanos dependen de este sistema.

(6)Aquí se incluye desde la jubilación temprana a pesar de que implica menos remuneración, ante la ausencia de otras opciones, hasta el seguro al desempleo o la solicitud de bonos de alimentación que no son otra cosa que variantes de "limosna" que otorga el gobierno.

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