Tomado de El Habanero Digital
Una tendencia mundial ya no tan moderna ha orientado la investigación sobre los alimentos no solo hacia la obtención de grandes volúmenes de ellos, sino también a lograr un mayor nivel energético en su contenido.
En otras palabras, se busca consumir las variedades de vegetales y animales que posean mayores índices de sustancias necesarias para el organismo, como los minerales y las proteínas, sobre otras que, con el mismo costo de producción, aportan valores más bajos en estos indicadores.
En el caso de Cuba, un proyecto conjunto de
Dos variedades de arroz se seleccionaron como las más eficientes: IACuba 30 y Perla de Cuba, cuyo consumo equivaldría a un aumento del 20 por ciento más de hierro y zinc a la dieta cubana.
Sobre las potencialidades de su producción y consumo nacional, Enrique Suárez Crestello, jefe del programa de mejoramiento genético y semilla del Instituto del Arroz, explica: "No quiere decir que eso vaya a resolver los problemas de la anemia ni mucho menos, pero es algo más que se incorporará para mejorar los problemas alimentarios de la población. Estas variedades tienen mayor contenido de hierro sobre las demás y están muy por encima de los estándares internacionales.
La perspectiva es que el Instituto produzca la semilla original y básica de ambas, que servirán como plataforma para su siembra en todo el país. También crearán variedades genéticas sobre esta base.
En colaboración con el proyecto de dieta macrobiótica y el Instituto Carlos J. Finlay han incursionado en la producción de otros alimentos a partir del arroz como queso (se obtiene de la leche de arroz), yogur, galletas de arroz, helado y harina.
Con el frijol se sigue el mismo proceso, teniendo en cuenta también su protagonismo en nuestra mesa. En otros países del Tercer Mundo, donde esta alternativa nutricional se está poniendo en práctica, se incursiona, además, con el maíz y el boniato.
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