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jueves, 11 de noviembre de 2010

EUSEBIO LEAL HABLA SOBRE SU ESTRUCTURA CULTURAL

Con información de "Con 2 que se quieran" en Cubadebate

(…) la estructura cultural mía se formó en la disciplina de la Iglesia. Y como diría San Pablo, nunca me avergoncé, ni me avergonzaré del Evangelio, porque sería avergonzarme de la buena nueva, que quizás encontré en la victoria de la Revolución, como una respuesta a mis intensas y sufridas inquietudes sociales. Esto es lo primero.

Lo segundo, fue también muy difícil compatibilizar religiosidad y Revolución; fue muy difícil. Eso pasó por incomprensiones, eso pasó por malos momentos, pero para mí nunca existió esa incompatibilidad. Tuve una profunda convicción… y cuando leí una vez una carta que Fidel le envía al padre de Renato Guitart, hablándole del destino de su hijo, de la muerte de Renato en el Moncada -una carta muy conmovedora, por cierto, muy intensa-, sentí que lo que estaba escrito allí era una protección, era una palabra de respuesta a mis propias inquietudes. Y pude responder una vez como Jesús a la mujer pecadora: "¿Dónde están ahora los que te persiguen?" Simple y sencillamente todo eso pasó. Y desde mis convicciones, ingresé en el seno del Partido Comunista de Cuba, creyendo en el programa del Partido, en la voluntad y en el espíritu de lo que ahí estaba contenido.

Más que marxista fui fidelista, y lo he sido, que era algo más. Porque su pensamiento fue más abarcador y más amplio, y por naturaleza más revolucionario y hasta a veces más iconoclasta, que los cánones del dogma o de la doctrina. Y en ese sentido me siento muy feliz de haber podido, no solamente alcanzar el reconocimiento y la amistad de él, que fue y es para mí un privilegio, sino también la de Raúl y la de casi todos los hombres y mujeres de la Revolución, de los padres fundadores de la Revolución.

No puedo explicar mi propia vida. Yo tenía 16 años cuando triunfó la Revolución y ahora estoy apuntando ya al siete y al cero. Si eso es así, entonces, no es la hora -como diría nuestro querido y común amigo Silvio Rodríguez-, de claudicaciones, ni tampoco de arrepentimiento ni de vergüenzas.

Yo soy lo que he sido, con mis luces y mis sombras, con mis errores y con mis aciertos. De todos ellos he aprendido. Y lo único que lamento es que me ha quedado poco espacio para mí mismo. Me ha pesado mucho el personaje que creé.

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