Por Manuel Alberto Ramy
Los cambios decididos por Washington respecto a su política de viajes de algunas categorías de ciudadanos norteamericanos a Cuba, el envío de remesas a particulares y la posibilidad de abrir nuevos aeropuertos para los viajes a la Isla, es noticia destacada en todos los medios y muy comentada ya por políticos de la Florida, Cuba, EE.UU, analistas y politólogos.
No creo que haya sorprendido a los observadores acuciosos pues por los corrillos del poder en Washington se comentaba que, previo a las elecciones parciales, se anunciarían estas disposiciones. Para algunos, los cambios se aplazaron por temor al impacto que pudieran tener en el resultado electoral principalmente en la Florida. Ya sabemos cuál fue aún sin cambios: un desastre para los demócratas, barridos en el Congreso y bien amarrados en el Senado. Pero siempre quedaba la posibilidad de la decisión ejecutiva y de eso se trata: un paso de la Casa Blanca.
“Lo de ahora indica que (Obama) no se dejó empujar más en esto por la derecha de ambos partidos”, opina Francisco Aruca, analista político y comentarista del espacio radial “La Tarde se Mueve”. Para Aruca, que también dirige Radio Progreso Alternativa, el anuncio de las medidas (que él califica de “paso adelante”) significa “un atraso para la derecha exiliada y un estímulo para quienes, tanto en Miami como en Washington, buscan un cambio de política hacia Cuba” y aspiran a que “todos los norteamericanos puedan viajar libremente” a la isla.
Por su parte, la congresista republicana por La Florida, Ileana Ros-Lehtinen, presidenta de la poderosa Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, declaró a El Nuevo Herald que ''Estos cambios no lograrán que el régimen castrista respete los derechos humanos, y seguramente no ayudarán al pueblo cubano a liberarse de la despótica tiranía que los oprime”.
La opinión de la señora Ros-Lehtinen ejemplifica una postura que entra en contradicción con la línea de acción sobre la que parece discurrir la decisión ejecutiva, muy clarificada en la declaración oficial de La Casa Blanca en el anuncio del pasado día 14: están destinadas a fortalecer el incipiente sector privado en Cuba, poner un pie dentro de la realidad mediante los nuevos actores económico-sociales.
En ese sentido, el doctor JesusArboleya, profesor de historia de la Universidad de La Habana, opina que “Al fundamentar estas medidas en criterios igualmente subversivos e injerencistas, su adopción no contribuye a mejorar el diálogo entre los dos países, con lo cual se limita su impacto y trascendencia”.
No obstante, Arboleya valora la decisión ejecutiva como “un avance que establece una diferencia respecto a la política de George W.Bush” y estima que no atreverse a abrir las puertas al libre viaje de los ciudadanos norteamericanos “son el resultado de las contradicciones internas que enfrenta el gobierno para el ejercicio de la política exterior, lo que ahora se refleja en el caso de Cuba, obligándolo a moverse sobre una cuerda floja que tiene por resultado la inconsistencia de sus acciones”.
La declaración oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba (MINREX) señala: “Aunque las medidas son positivas (…) no modifican la política contra Cuba”. No creo que sean muchas las veces que en largos años el gobierno de La Habana haya calificado de “positiva” alguna decisión de Washington que le implique. Hay hasta quien le ha dado la vuelta y puesto de la siguiente manera: Aunque no modifican la política contra Cuba son positivas.
Hasta aquí algunas opiniones que he recogido directamente, salvo la tomada de El Nuevo Herald. Me toca mi pedacito. Lo haré a manera de una pelota que lanzo a los lectores para que sean ellos quienes analicen desde su posición política o ideológica.
Los invito a desnudar de palabras y formalismos las declaraciones oficiales de ambos gobiernos (publicadas en PS y PW) y centrarse en el hecho. Les propongo ir al contexto inmediato en que se ha producido la decisión de Washington. El contexto es fundamental y para darles elementos me atengo a un simple cronograma que abarca 96 horas:
1) El día 11de enero, la delegación oficial de EE.UU que viajó a La Habana para continuar los diálogos migratorios, presidida por Roberta Jacobson, subsecretaria para América Latina del Departamento de Estado, se reunió con el cardenal Jaime Ortega Alamino, quien ha venido desempeñando un activo y destacado trabajo como mediador para la liberación de los oposicionistas presos, para lo cual ha sostenido encuentros con el presidente cubano Raúl Castro. El cardenal ha viajado en dos oportunidades a Washington en un lapso de unos seis meses y sostuvo encuentros con altos funcionarios de la administración Obama.
2) El día 12 de enero, un día después de la cita con el Cardenal, tuvo lugar la reunión sobre temas migratorios. Ambas delegaciones coincidieron en que fueron fructíferas, y la nota de la parte estadounidense señaló que la prisión del contratista Alan Gross era un factor negativo para un mejor desarrollo de los diálogos. La declaración oficial cubana no mencionó este punto.
3) El día 13, la delegación norteamericana se reunió con un grupo de disidentes algunos de los cuales declararon a las agencia de noticias de que les habían informado que vendrían algunos cambios por parte de Washington.
4) Ese mismo día, la señora Jacobson visitó a Alan Gross en la prisión.
5) El día 14 de enero la Casa Blanca anuncia las nuevas medidas.
En algún momento de este cronograma--sitúelo el lector-- medios de prensa opinaron que el contratista Alan Gross podría ser liberado luego de realizarse un juicio en el que él admitiría su culpabilidad. Inmediatamente después, regresaría a su país.
Piense el lector que los contextos son más elocuentes que las palabras, por lo que para tener una idea más clara de un asunto, a menudo hay que leer entre líneas. Los dejo para que hagan esa lectura.
martes, 18 de enero de 2011
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