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martes, 31 de julio de 2012

LA TENTACIÓN DE LA CARNE

Eduardo del llano Por : Eduardo del Llano

La esposa de un amigo mío, recién emigrada a Barcelona, pidió carne de res en una carnicería. Ahora bien, ella ignoraba que res, en catalán, significa nada, de manera que el dependiente escuchó una y otra vez, estupefacto, el metafísico reclamo. El malentendido se aclaró cuando la mujer señaló la pieza codiciada.

Carne de nada: un concepto interesante para ilustrar la relación del cubano con el ganado mayor. La falta de relación, en realidad, pues si aquellos que rondamos la cincuentena recordamos todavía la novena de la carne –te tocaba cada nueve días, en años remotos- las nuevas generaciones han crecido en un país en que no hay diferencia sustancial entre matar una vaca y una persona, entre comerse un filete vacuno y el canibalismo. La carne de res no es para nosotros, y punto. A primera vista, lo raro es que las vacas extranjeras no emigren a Cuba.

Durante mi infancia, lo he dicho antes, coleccionaba el semanario Pionero. Recuerdo láminas describiendo diferentes razas de ganado vacuno (Holstein, Jersey, Cebú, F1…) con las que formé un álbum que todavía debe estar en alguna parte. Los jóvenes de hoy están mucho más familiarizados con los dinosaurios que con ellas.

Como tantas otras cosas, las partes blandas de la res desaparecieron en algún momento de galopante crisis para no regresar una vez rebasados los años duros. La encuentras en un puñado de centros comerciales, tan cara y sucinta como la carne de una especie en peligro de extinción. Nadie la compra ahí, naturalmente. Aunque el sacrificio de ganado mayor es un delito ferozmente castigado –no importa que la vaca sea tuya- la sustancia prohibida se mueve. De ahí la insólita demanda de tela roja en los hogares cubanos, de ahí que ciertos abultados vientres femeninos, al trasladarse su propietaria a La Habana, no contengan precisamente una nueva vida sino los restos congelados de una vida mugidora y rumiante.

A menos que la compre con el dinero con el que no le pagan y que nunca alcanza, legalmente el cubano no come langosta, no bebe leche más allá de la temprana infancia, no come carne de res. ¿Alguien de arriba me enseña el plan, por favor? Porque, ¿cuál puede ser el problema? De acuerdo, hubo años de extrema escasez en que sería necesario sacrificar y racionar, pero ¿acaso no están ahí los pastos, los terrenos idóneos para la ganadería, los toros y las vacas? ¿Es que ahora el período de gestación de una vaca es de veinte años? ¿Es que se requiere de tecnología de punta o de un cable submarino para que Pijirigua tenga el semental que reclama?