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jueves, 23 de agosto de 2012

METAS DESMESURADAS Y ERRORES TRIVIALES

Barata Por: Jorge Gómez Barata

Publicación original en Cubano1er.Plano

El rasgo más sorprende de la experiencia socialista iniciada por los bolcheviques en 1917 fue su desmesura. El propósito era crear, con arreglo a un plan preconcebido, una sociedad diferente, otra cultura y un hombre nuevo lo cual implicaba dar un giro a la civilización en el planeta y reorientar la existencia y la espiritualidad. Nunca una vanguardia política aspiró a tanto. A la postre el empeño no resultó viable, tal vez porque entre otras cosas, no era humanamente posible. La escala del proyecto explica las dimensiones del desastre.

El empeño voluntarista, desmentía el determinismo marxista que asumía la historia como un proceso regido por leyes, conclusión a la que llegó como resultado de reflexiones científicas, no de pasiones políticas. Más que promover el cambio social, Marx lo creyó inevitable. Para él, el socialismo aparecería como una mutación del capitalismo que daría paso a una nueva formación social. Marx no avizoró a un país revolucionario, sino a una época de revolución social.

Debido a las dimensiones de su proyecto, al tomar las riendas del Estado, los bolcheviques resbalaron por el plano inclinado que los llevó a intentar regular toda la existencia social, librando a la vez batallas históricas y desgastándose en asuntos triviales.

En la Unión Soviética y los países de Europa Oriental el socialismo perdió adeptos no sólo por los fracasos económicos, las inconsecuencias políticas y los déficit de libertades y derechos, sino también por actitudes autoritarias en cuestiones existenciales políticamente intrascendentes; entre las cuales fueron particularmente costosas la imposición del ateísmo y del realismo socialista, que intentaron suprimir la tendencia ancestral a la fe y regular las formas, estilos y contenidos de la creación artística, esferas que libradas a la espontaneidad, prácticamente carecen de contenido político. A ello se añadieron nociones sobre la estética, el derecho, la moral y otras formas de la conciencia social dominadas por una exagerada concepción clasista. A la crítica el estalinismo añadió la represión.

Al asumir la concepción soviética los militantes cubanos de fila y los líderes incurrimos en esos equívocos, alguno de los cuales fueron atenuados por esclarecidas posiciones de intelectuales que percibieron a tiempo los errores y por la capacidad de la Revolución y de su liderazgo para rectificar, aunque subsisten criterios errados y actitudes intolerantes, persisten mitos y algunos dogmas que en conjunto anclan las reformas. Es necesario hacer el inventario. Una vez más puede ocurrir que los arboles impidan ver el bosque. Allá nos vemos.