Siguenos en Facebook Síguenos en Twitter Siguenos en YouTube Siguenos en Blogger

lunes, 21 de abril de 2014

UNIDAD: CERTEZAS Y EQUIVOCOS

BarataPor: Jorge Gómez Barata

El haz de varas es el símbolo universal de la unidad y de la fortaleza de aquellos que aislados son débiles y unidos indoblegables. El haz de varas está presente en numerosos escudos nacionales, emblemas institucionales y en obras de arte. Frecuentemente la metáfora es usurpada como ocurrió con el fascismo.

En política y sociología, suele llamarse unidad a la cohesión social en torno a consignas, líderes y programas que al ser asumidos por muchas personas, forman metas compartidas que frecuentemente rebasan los horizontes de clases y partidos para convertirse en objetivos nacionales. La unidad es más férrea cuando incorpora artículos de fe, paradigmas morales y elementos culturales.

La vigencia de la unidad evidencia la capacidad de convocatoria de las grandes causas, aunque circunstancialmente y por razones diversas o coyunturas específicas, también puede lograrse en torno a ideas, preceptos, consignas o programas equivocados o conseguirse mediante manipulaciones y falsificaciones, como ocurre con doctrinas extremas como el fascismo y el racismo. En estos casos la unidad es efímera.

Lo que legitima a las grandes doctrinas humanistas: cristianismo, liberalismo y marxismo es la búsqueda del consenso mediante la labor de proselitismo fundada en la ilustración y en la formación de convicciones basadas en preceptos inclusivos y en teorías escritas. La unidad así alcanzada suele resistir pruebas decisivas y sustentar causas justas. Algunas manifestaciones de unidad, como por ejemplo la cristiana aspira a ser eterna.

La cohesión se consigue también a partir del carisma y la capacidad de persuasión de líderes legítimos, capaces de encarnar y sintetizar el espíritu de una época y las metas de comunidades y sociedades. En este caso puede ocurrir que la unidad se quebrante cuando acaba la existencia de quien la promovió. De ahí que se procure imbricarla y en ocasiones identificarla con doctrinas, constituciones, leyes y otras manifestaciones institucionales de la cohesión social.

El pensamiento político más avanzado aboga por la unidad que no sólo respeta sino que cultiva y crea condiciones para que se exprese la diversidad ideológica, política, cultural y religiosa y se ejercite mediante conquistas universales como la libertad de expresión y cultos. La unidad que auspicia la diversidad es refractaria a la intolerancia, a la suspicacia que percibe en la opinión diferente a un adversario o a un enemigo que debe ser derrotado. Este perfil excluye las “mayorías aplastantes”, el pensamiento único y la exclusividad ideológica.

Ninguna vanguardia puede alcanzar una unidad indisoluble ni edificar consensos masivos y duraderos a partir de pronunciamientos circunstanciales, criterios excluyentes, dogmas de élites o consignas dudosas. Sin metas y programas claros y compartidos la unidad política puede no ser duradera. En cualquier caso, como meta es la mejor opción porque obliga a luchar por las mayorías. Allá nos vemos.