Por: Jorge Gómez Barata
El independentismo* fue la corriente política dominante en los siglos VXIII, XIX y XX en virtud de la cual en tres continentes fueron liberados alrededor de 1000 millones de km² que albergan a unos 140 estados nacionales, habitados por aproximadamente cinco mil millones de personas.
Aquellas luchas fueron conducidas por próceres y líderes, precursores y forjadores, cuyo pensamiento y ejecutoria forman la mejor y más completa antología de la cultura política universal.
En esos procesos nacieron o adquirieron contornos definidos el nacionalismo y el patriotismo valores que informaron las contiendas mediante las cuales se liquidaron los imperios coloniales: España, Portugal, Inglaterra, Francia, Bélgica, y Holanda que, en Asia, África y el Nuevo Mundo, colonizaron los llamados “territorios de ultramar.
Otros imperios: otomano, ruso y austro-húngaro**, se estructuraron mediante la absorción de naciones, nacionalidades y otras comunidades con las cuales formaron entidades estatales que basadas en acuerdos o en la opresión nacional que, andando el tiempo, dieron lugar a “estados multinacionales” que como Gran Bretaña, Rusia, España, Turquía y otros, albergan en su seno a entidades cuya cohesión, a veces, recuerda a la unidad de las papas dentro de un saco de papas.
En eos estados, prosperan tendencias “separatistas” que, al margen de que sean o no justas, no pueden ser confundidas ni homologadas con el independentismo, aunque a veces tienen con el mismo fuertes analogías.
El evento separatista más cruento en toda la historia fue la secesión que en el siglo XIX involucró a 11 estados de los Estados Unidos y dio lugar a la Guerra Civil (1861-1865) y el más opulento ha sido la disolución de la Unión Sovietica. Actualmente, los litigios de “separatismo” más notorios son los que afectan a España, Gran Bretaña, Bélgica, Canadá, Rusia y Ucrania.
En el caso de Ucrania lo diferente es la presencia de manipulaciones políticas externas que han configurado un cuadro en el cual, un diferendo nacional, esencialmente local, ha conducido a un conflicto que puede adquirir entidad global.
El problema no proviene de la pertinencia o no de las reclamaciones de varias comarcas ucranianas, sino que es una zaga de la Guerra Fría y de los ajustes geopolíticos derivados de la desaparición de la Unión Soviética.
La Revolución Bolchevique liquidó el poder de los zares pero no su imperio que sin Polonia, Finlandia y los países bálticos, se transformó en la Unión Soviética, un gigantesco estado multinacional socialista que tras 70 años de exitosa andadura, se disolvió, no por conflictos nacionales, sino por fallas sistémicas que, por falta de voluntad política no fueron corregidas a tiempo.
De aquella entidad surgieron 20 nuevos estados, los mayores de ellos la Federación Rusa y Ucrania, este último eje del más cruento conflicto separatista vigente en Europa con potencial para crear riesgos globales.
Es difícil anticipar la evolución de los conflictos separatistas que, excepto en Ucrania, donde las manipulaciones externas han conducido a una violenta y sangrienta confrontación, se ventilan por vías institucionales. La guerra civil y la anexión no son opciones. Allá nos vemos.
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*Para estas reflexiones, adoptó una metodología que alude solo a la era moderna, considerando las etapas anteriores como ajustes territoriales y desplazamiento humanos no asociados a comportamientos imperiales de la modernidad.
** Estos imperios no desaparecieron en virtud de luchas anti coloniales sino de la Primera Guerra Mundial, desatadas por contradicciones interimperilaistas.