Predecir el futuro es un anhelo humano. El I Ching, el más antiguo libro chino conocido, todavía se emplea con fines adivinatorios. Para tales propósitos fue famoso en la Grecia antigua el oráculo de Delfos. En nuestros días, astrólogos, babalawos, cartománticos, quirománticos, aseguran poder conocer el futuro.
La revista católica Espacio laical convocó a un grupo de académicos cubanos a que le dieran su visión de cómo creen que será Cuba dentro de diez años.
Personalmente, desconfío mucho de la validez del ejercicio futurológico. Hacia 1979 viví una experiencia en el Ministerio de Relaciones Exteriores de tener que trabajar en un plan para los siguientes veinte años. Creo que fue una directiva general para los países miembros del CAME en todas las esferas de la vida nacional. Quién habría previsto entonces que a la mitad del plazo fijado el CAME habría desaparecido, al igual que toda la experiencia del socialismo en el poder en Europa.
No se tuvo en cuenta la advertencia de Federico Engels acerca de que en la sociedad ocurre lo que en la física: si distintas fuerzas actúan sobre un objeto determinado, este no se moverá en la dirección de ninguna de esas fuerzas, sino en la resultante de todas ellas.
La humanidad, en su conjunto, se mueve en una dirección de desarrollo hacia lo nuevo más avanzado; pero esto no ocurre en ambiente de laboratorio, puro, sino en el lodazal de la vida, en la lucha entre lo viejo y lo nuevo, en el mundo de lo posible.
Más que especular sobre lo que puede pasar dentro de diez años, me resulta preferible pensar en lo que hoy somos y cómo podemos hacer las cosas mejor. En definitiva, el futuro será el resultado del presente siempre en evolución, sin olvidar que no hay naciones aisladas, sino partes del resto de la humanidad y nadie es ajeno a lo que en ella ocurra.
Si el futuro se forma en el hoy, el presente es resultado del ayer. Saber cómo hemos llegado a ser lo que somos nos permite reconocernos mejor y pensar en qué más queremos ser.
He vivido más de tres cuartos de siglo, parte de los cuales residí en Asia Oriental y Asia Sur, en los EEUU y en Francia y visité decenas de países de Asia y Oceanía, Europa y América. Mi experiencia vital me enseñó que hay aspiraciones comunes de los seres humanos: vivir en paz y prosperidad, con justicia y libertad, cuya frontera es el derecho del otro. Amistad, esperanzas, alegrías, amor, son cosas deseadas por los seres humanos. Y se sabe también que la construcción social requiere esfuerzo, trabajo, estudio, sacrificio y acción colectiva.
La nación cubana ha recorrido un camino de lucha difícil durante dos siglos para su formación a partir de diversos orígenes y la constitución de su Estado independiente. De ese tiempo, más de medio siglo ha sido empleado en el mayor esfuerzo de justicia social e igualdad de oportunidades y respeto a la dignidad humana de toda su historia.
Para un cubano de hoy es inconcebible no tener acceso gratuito a la atención médica, desde una simple consulta, hasta la intervención quirúrgica más complicada o costosa. También considera su derecho humano el acceso gratuito a la educación, desde la enseñanza primaria, hasta la universitaria y post-graduada, al disfrute y práctica de las artes y los deportes. Otro tanto ocurre con el derecho a un empleo con vacaciones pagadas y a la jubilación por edad y años de trabajo o pensión en caso de invalidez. También el derecho a una vivienda y al usufructo de tierra para cultivarla.
Será muy difícil que a un cubano de hoy se le nieguen esos derechos.
Otros derechos, en materia de viajes al extranjero o recreación existen y, como en otras partes del mundo, dependen de las posibilidades económicas de las personas.
Cuba tiene un sistema político democrático y su estructura electoral surge desde la voluntad del vecindario. También democráticamente funcionan sus organizaciones sociales. Como todo en este mundo, es perfectible, tiene insuficiencias y necesita modificaciones: Pero la base de tratar de elegir a los mejores candidatos sin que medie el dinero está asentada.
Lo importante es que la Cuba que vaya surgiendo dentro de cinco, diez, veinte años, sea obra de los cubanos, de acuerdo con sus necesidades, intereses y aspiraciones, sin intervenciones foráneas. Una Cuba de, por y para los cubanos que la aman, no para los anexionistas que la quieren sierva de otros.
Hay circunstancias que incidirán, lógicamente, en lo que va a ocurrir: la desaparición física de los dirigentes históricos de la revolución, las nuevas formas de la economía, incluyendo la presencia de capital extranjero, el posible fin del bloqueo económico, financiero y comercial de los EEUU.
Todo ello va implicando un reajuste político, jurídico y económico con implicaciones sociales. Pero al respecto deseo mencionar que otros países socialistas, verbigracia China y Vietnam, han pasado por procesos y coyunturas semejantes y han logrado hacerlo sin traumas dolorosos y con éxitos notables, bajo la dirección de sus respectivos partidos comunistas.