Vivir del cuento es el programa humorístico más apreciado por el televidente cubano. En realidad es prácticamente el único después de que se dejaron de transmitir Jura decir la verdad y Deja que yo te cuente. Es cierto que permanece aún la revista de chistes A otro con ese cuento, pero no goza de igual simpatía y mantiene aún secciones ajenas al gusto criollo como los Tablazos.
Regresando a Vivir del cuento, con personajes muy bien actuados y logrados, cuyas peripecias dentro de la realidad cubana actual es esperado cada lunes al terminar el Noticiero Estelar, este año, en repetidas ocasiones, en lugar de transmitir el episodio nuevo correspondiente a la semana, ha retransmitido episodios anteriores sin que exista una explicación al televidente. Esa irregularidad y el silencio que se guarda sobre la motivación del cambio, que trata de pasarse como si nada anormal ocurriera es, cuando menos, una falta de respeto al espectador. Parecería que quienes dirigen el canal de la familia cubana se consideran con derecho a actuar sin tener en cuenta al público.
En un país de tanta tradición humorística es lamentable que este género tenga tan poca visibilidad en nuestra televisión. Y si lo poco que hay se desestabiliza, sería verdaderamente penoso, además de inexplicable.