Por: JorgeGómez Barata
Sin
desdorar las opiniones que desde la izquierda lo refutan, la democracia con sus
componentes de soberanía o poder popular, estado de derecho, separación de
poderes y otras características, me parece la mejor solución para los ejercicios
políticos, principalmente para elegir a los gobernantes y para gobernar.
No
obstante, reconozco dos defectos que limitan su eficacia. Uno es el culto a las
mayorías y el otro es que no logra separar el dinero del poder. Ningún esquema
en el cual la opinión de tres necios prevalezca sobre la de un genio puede ser
bueno y allí donde el poder político sea ejercido únicamente por los ricos,
algo anda mal.
Cuando
Donald Trump tome posesión como el cuadragésimo quinto presidente de los
Estados Unidos se convertirá en el hombre más rico que en 227 años haya
desempeñado ese cargo. En orden le sigue John F. Kennedy con unos 1000 millones
y George Washington cuya fortuna equivaldría hoy a unos 600 millones, mientras
que el casi incalculable patrimonio de Trump pudiera llegar a diez mil millones
de dólares.
A
217 años de su muerte, George Washington, el más exitoso de los presidentes
norteamericanos, el tercero más rico y uno de los seis que fue propietario de
esclavos, continúa siendo el humano que por motivos no religiosos es más
reverenciado. Nacido en 1732 en Virginia, vivió y se educó en ambientes ruales,
alejados de la política. No asistió a la universidad y el único lugar en el
extranjero donde estuvo fue en La Habana a donde llegó en 1762 como oficial de
las tropas inglesas que ocuparon la ciudad.
Concluida
la guerra de independencia en la cual se desempeñó como Comandante en jefe,
Washington renunció a cargos y honores, lo cual lo hizo más famoso y admirado,
resultó electo como primer presidente, el único que lo ha sido como candidato
único y, solo él ha obtenido todos los votos electorales.
Por
ser el primero muchos de sus actos, decisiones y acciones ejecutivas se
convirtieron en precedentes. Durante su mandato se introdujeron once enmiendas
a la Constitución y no desencadenó ninguna guerra. Detestaba las facciones y los
partidos políticos e hizo todo cuanto pudo por evitarlos.
Desempeño
un papel decisivo en la construcción de la estructura estatal de los Estados
Unidos, en el diseño de su sistema político, el ordenamiento económico y
financiero y la política exterior. Según su credo, Estados Unidos no debía
inmiscuirse en ningún asunto en el extranjero, muchos menos en guerras o
litigios, esa doctrina se conoce como aislacionista.
Sin
quererlo George Washington introdujo la práctica de que los presidentes
norteamericanos fueran hombres ricos, aunque ninguno tanto como Donald Trump
que según diversas fuentes tiene más dinero que sus 44 predecesores juntos.
Sin
grandes méritos ciudadanos, experiencias en el servicio público ni antecedentes
políticos; hay quienes afirman que, Trump, literalmente compró la presidencia.
No comparto la opinión porque nadie compra más de 61 millones de votos
populares. Allá nos vemos.
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*Este artículo fue escrito para el diario mexicano
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